La última guía a aoraciones

Oh Doloroso e Inmaculado Corazón de María, morada de pureza y santidad, cubre mi alma con tu protección cariñoso a fin de que siendo siempre fiel a la voz de Jesús, responda a Su aprecio y obedezca Su divina voluntad.

Les acertaré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.

4. «Les adivinaré cuanto me pidan, con tal de que no se oponga a la adorable voluntad de mi divino Hijo o a la salvación de sus almas.»

Para rezar cada unidad de los dolores, se puede seguir el rezo del Rosario de los Siete Dolores de la Virgen, que consiste en meditar en cada dolor mientras se recitan AvemaríFigura y Padrenuestros.

Inmóvil perseveraba la afligida Madre al pie de la cruz de su inmolado Hijo, y tristemente anhelosa de poderlo quitar del sangriento madero y recogerlo en su entusiasta seno… Mas ¡ay!, ¡cómo hacerlo, destituida como se hallaba de todo socorro humano!

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Purísima y atribulada Inmaculado María: yo os acompaño aún con piadosa y compasiva solicitud en vuestra penosa huida a Egipto, y os pido humildemente me permitáis seguiros por el santo camino de las contrariedades y tribulaciones de esta vida, para ser conducido por este trabajoso destierro al salvador orfanato de la virtud.

Yo tuve el privilegio de manar un día de Nuestra Señora de los dolores. Antaño en 1947 se celebraba el viernes ayer del domigo de Ramos. Siempre me ha cuidado en mis 66 años.

El pedido de María es muy claro: quiere que meditemos en sus dolores. Por eso al rezar cada Avemaría es muy importante que, cerrando nuestros ojos y poniéndose a su ala, tratemos de vivir con nuestro corazón lo que experimentó su Corazón de Raíz tierna y pura en cada individualidad de esos momentos tan dolorosos de su vida.

Las lágrimas de la Virgen pertenecen al orden de los signos: testimonian la presencia aoraciones de la Madre en la Iglesia y en el mundo. Una madre llora cuando ve a sus hijos amenazados por algún mal, espiritual o físico.

“Miro ahora a todos los que viven en el mundo por ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor; mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos.

¡Ay, dulce Raíz!, traspasad mi corazón culpado con aquella espada agudísima que desgarró el vuestro al pie de la cruz de vuestro Hijo aspirante de simpatía y de dolor por mí, miserable y desagradecido pecador… Yo soy… ¡oh! sí, yo soy el reo de su atroz suplicio: yo soy quien desprecio e insulto a cada paso el grande sacrificio de bienquerencia que hizo por mi eterna salvación. Yo me cercano a cada instante con la turba de verdugos deicidas que le crucificaron.

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Se pueden encontrar diferentes pasos a seguir para realizar esta devoción, pero en general, implica meditar en cada individuo de los dolores de la Inexplorado mientras se reza un Pajarraco María o se recita una breve oración relacionada con cada dolor.

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